No hubiera podido imaginar que entraría en 2018 al ritmo de la frenética generosidad de los alumnos. Empiezo el año con el magnífico descubrimiento de que esas dos palabras pueden convivir coherentemente, como espero poder mostraros. Una de las cosas que me maravillan de aquí es el color. Las alumnas suelen llevar saris, vestidos y punjabis de todos los colores y estampados. Pero en los días especiales se abren paso los bordados, las perlas, los brillantes, el color oro, los volantes y las transparencias. Personalmente, he visto en ello la oportunidad de cumplir un sueño infantil, el de vestirme como una princesa, sin que nadie se inmute. Y así me he comprado dos conjuntos muy indios, el primero de los cuales decidí lucir ayer. La ocasión bien lo valía: Y ahora, la aventura. Sobre las 23h30 llegamos al Campus II con 3kg de uvas para celebrar las campanadas con los 59 alumnos varones de la Professional School y fuimos recibidos por una panda de jóvenes adultos despreocupados
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